domingo, 31 de enero de 2010

Crítica: Where The Wild Things Are

WHERE THE WILD THINGS ARE / DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS
NOTA: 8/10

Dirección: Spike Jonze

Guión: Spike Jonze, Dave Eggers

Elenco: Max Records, Catherine Keener, Mark Ruffalo, Paul Dano, Chris Cooper, James Gandolfini, Forest Whitaker

Música: Karen O, Carter Burwell
Género: Drama, Fantasía
Estudio: Warner Bros. Pictures
La fábula de Spike Jonze. Max llega a una isla donde encuentra a un grupo de monstruos que tienen diferentes personalidades. Todos ellos representaciones de los miedos y las conductas más naturales de todos los seres humanos, y no sólo de los niños. De ahí que la película no sea para nada una producción infantil ya que a pocos niños puede gustarle, incluso diría que les podría dar miedo.
Desarrollada en un entorno ideal de perfecta luz y fotografía, repleta tanto de fantasía como de cruda realidad, la película nos pasea de una manera tan adorable como macabra por los, nunca mejor dicho, monstruos que un niño suele padecer a lo largo de su infancia tardía, en ese momento en el que sigues siendo un niño, pero comienzas a darte cuenta de que no todo es de color de rosa.
El guión es uno de esos textos llenos de palabrería con miles de lecturas, textos en los que puede ahondarse hasta completar profusamente el texto fílmico o en los que puede no repararse y quedar en la superficie, en cualquier caso, textos que invitan a la reflexión humana y a la comprensión de la infancia, como etapa de madurez, y como estado de ánimo. Nos habla de amistad, de normas, de derechos y deberes, en definitiva, de todas esas pequeñas cosas que, aún sin relación directa, un niño va asimilando.
Los actores son otra de las piezas importantes de esta película, pero, además de los encargados de encarnar a los monstruos, actores de renombre como James Gandolfini o Forest Whitaker y a la familia de Max, es el actor Max Records, el encargado de dar vida al niño protagonista, el que supone la agradabilísima gran sorpresa de esta película, con una interpretación grandiosa convirtiéndose en toda una revelación. Mientras que la decisión de Jonze de no usar mucho edición por computador para crear a los monstros juega a favor del director y su originalidad en ellos mismos, cuya concepción tanto física como psicológica se mezcla creando algo único. Sin duda para mi lo mejor de la película.

Y no sería justo terminar este reseña sin hablar de la magnífica banda sonora de Karen O y Carter Burwell, porque si ya como disco las canciones funcionaban bien, acompañando a la película son un auténtico tiro que dota de una fuerza tremenda a los bellísimos y oníricos planos que componen esta película, lo que además de un regalo para la vista, supone también un regalo para los oídos. Además, muy acertadamente, gran parte de dichas canciones están cantadas por niños.
Una necesaria y reconfortante vuelta a la travesura, a la incorrección y al no acatar las normas que nos permite disfrutar de dos horas de vuelta a la infancia desde un punto de vista maduro, adulto, sin algodones y que sin duda supondrá una atípica sorpresa navideña. Si queda algo de niño en vuestros interiores, desde luego no podéis perdérosla por nada del mundo. Y al igual que otras películas como Bright Star o The Road, Where The Wild Things Are es una de las grandes obras olvidadas en esta temporada de premios; una lástima.

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